Con mucha antelación, esfuerzo y ganas empezamos a organizar la actividad más larga a la que decidimos poner rumbo. Se trata de atravesar la península para alcanzar el mar y poder disfrutar de las olas y la arena de la playa y así poder escapar por un día del céntrico calor.
Para aprovechar al máximo el día, nos toca madrugar algo más de lo normal y a las ocho de la mañana ya estamos preparados y desayunados, mientras terminamos de subir todo el material al autobús. Después de algo más de cuatro horas de viaje llegamos a Valencia, descargamos rápidamente y elegimos un buen sitio para instalarnos. Entre todos y todas ayudamos a poner unas lonas que nos protejan del sol y nos permitan mantener fresca el agua y echarnos alguna que otra siesta a la sombra.
Durante todo el día pudimos hacer actividades para todos los gustos entre las que no cupo el aburrimiento; nadar y jugar en el agua, construcción de castillos de arena, lectura, fútbol, vóley playa, siestas enterradas con arena, música, bailes, etc.
Pero como desgraciadamente no nos podíamos quedarnos allí todo lo que quisiéramos, tocaba recoger el campamento y emprender el viaje de regreso. Terminamos de cargar todo lo que llevábamos al autobús y subir nosotros mismos, aunque con menos energía que por la mañana, pero si con algo más de sueño y cansancio, lo cual aprovechamos para que el viaje se hiciera más corto y pasar buena parte durmiendo hasta estar de vuelta en Alcobendas pasada la media noche.